
Has sido, has pasado al plano de la circularidad,
has quedado como un retrasado, un escupo azulino.
Te dejaste violentar por la idiotez y fuiste patentado por la brisa en que desangran comisuras destripadas, sentimientos degollados que trepan entrelíneas implacables.
Como siempre las pestañas abren ataduras y arrojan al aire tajos secos, sin derrame, vacíos de tanto quebrantarse.
Y es lo esencial, aquello que pone fin a tu sed de no querer sentir lo que es puro, de donde partió una línea estridente que te entregó en extremo a la soberbia,
¿desde cuándo dejaste que la miseria te abriera de piernas?